Esta vida de Quito… Por: Juan sin Cielo *
Esta compilación contiene 99 artículos del primer año de “Juan sin Cielo”. Es también la colección que Alejandro Carrión eligió como uno de los primeros cinco volúmenes de sus “obras completas”, cuya publicación se inició en 1983 pero quedó inconclusa con su muerte en 1992.
Para las generaciones de la segunda mitad del siglo XX, Alejandro Carrión siempre será “Juan sin Cielo”, el periodista que, día tras día, los acompaño desde 1948, interpretando sus días, encontrando un sentido al devenir. “Juan sin Cielo” se inició en el diario El Universo de Guayaquil: fue el comienzo de un diálogo entre periodista y lector que nunca antes había acontecido. Propuso una nueva estructura de la crónica periodística que atrapaba al lector. Todo estaba expuesto a la crítica, todo podía ser dado vuelta para verle las costuras. Un estilo –así lo describía Carrión– rápido, alegre, dichoso de vivir, que acercó los temas al lector, lo divirtió, interesó, apasionó. No es exageración afirmar que nunca en el Ecuador –en la época, todavía pequeño, con un público ávido de la prensa escrita– fue tan leído un periodista como lo fue “Juan sin Cielo” y, también, que nunca un periodista influyó tanto en los acontecimientos políticos y en la opinión de la gente .
El alacrán cortando caña
ESTA VIDA DE QUITO…
Por Juan sin Cielo
AL BORDE DEL ABISMO ME DETENGO…
Hace poco, un amigo que deseaba conseguir un slogan para un programa de radio, me decía: piensa algo así como “Ecuador, un país en la mitad del mundo”, la frasecita que Mickey ha puesto en sus cartelitos turísticos. Yo le aconsejé ésta, tan verdadera y sugerente como la otra: “Ecuador, un país que al borde del abismo se detiene”. Y no sólo por buen humor, sino porque es ésta la verdad absoluta. No ha poco, Arturo Montesinos Malo, un periodista de los más finos de este país, publicó una estadística de las veces que, desde 1900 a la fecha, se había asegurado en la prensa que el país se hallaba al borde del abismo, que nos lanzábamos al caos, que la Patria entraba en su disolución definitiva. Era algo asombroso: prácticamente, en 48 años estas palabras atroces, anunciadoras del último día, se habían pronunciado diariamente sea el que sea el Gobierno, sea cual sea el tiempo circundante, extrayendo optimismo del pesimismo definitivo. Le parecía a Montesinos cosa maravillosa el que, estando 48 años el país al borde del abismo, no haya dado el paso que lo había de hacer, precipitarse al fondo y quebrarse sus dos millones de cabezas, lo que por otra parte no hubiese tenido casi importancia, ya que de esos dos millones casi todos son cholos o indios que no valen un centavo. En realidad, como récord es sencillamente mundial este de permanecer al borde del abismo 48 años, sin perder la cabeza, sin mejorar ni empeorar. La popular canción: … … “Y al borde del abismo me detengo...”, que hemos cantado en esas nochecitas de que gusta de hablar el bachiller Juan Matías, historiador un tanto disoluto, debe convertirse en el Himno Nacional. Tanto más que ahora, con el Gobierno agropecuario y pasteurizado del señor Galito y del Electricista Optimista, no hay ningún peligro de que nos apartemos del borde del abismo... … ni de que nos caigamos.
Quito, 23 de marzo de 1949
… es en la calle donde habla todo el mundo…
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